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Cup Noodles

Cómo el ramen instantáneo se convirtió en un éxito instantáneo

Mucho antes de que existieran los tuppers con arroz y pollo para toda la semana, un japonés sin experiencia en cocina inventó algo que millones seguimos comiendo frente a la compu.

En 1958, un empresario japonés de 48 años, que no sabía nada sobre hacer fideos, decidió enfrentarse a uno de los problemas más graves de su país: el hambre.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón estaba en crisis. Las cosechas habían sido malas, la economía seguía en ruinas y la gente hacía largas filas para conseguir una simple porción de pan.

Pero como el gobierno había prohibido la venta de comida callejera y todo estaba racionado, muchas personas terminaban comprando en el mercado negro lo poco que podían conseguir.

En medio de ese panorama, Momofuku Ando se hacía una pregunta que nadie más parecía hacer: ¿por qué insistían en que la gente comiera pan, si lo que el pueblo japonés conocía y amaba eran los fideos?

La harina venía de Estados Unidos y sí, era útil para hacer pan, pero también podía usarse para preparar ramen, un plato mucho más común en la cultura japonesa. Según él, cambiar de dieta era como renunciar a las tradiciones.

Cuando preguntó por qué no se usaba esa harina para hacer fideos, la respuesta fue simple y directa: si crees que es buena idea, hazlo tú mismo. Así que lo intentó.

Sin tener ninguna experiencia en la industria de los alimentos, Ando se propuso crear algo que fuera fácil de preparar, sabroso, duradero y muy barato.

Probó muchas cosas, pero nada funcionaba, hasta que un día, mientras veía a su esposa Masako Andō, cocinar tempura (comida japonesa) en la cocina, notó cómo el aceite caliente transformaba los ingredientes.

Se dio cuenta de que si freía los fideos, podía quitarles la humedad y hacer que duraran mucho tiempo guardados. Y cuando se les echara agua caliente, volverían a estar listos para comer en unos minutos.

​Así nació el primer bloque de ramen instantáneo; ese mismo año, Momofuku Andō lanzó su primer producto, Chikin Ramen, y renombró su empresa como Nissin.

Al principio, el ramen instantáneo costaba cinco veces más que los fideos frescos, pero era tan práctico y sabroso que la gente lo aceptó con entusiasmo. Solo en su primer año, vendió más de 13 millones de paquetes.

Japón ya comenzaba a recuperarse económicamente, y la vida volvía a acelerarse. La gente trabajaba muchas horas y necesitaba soluciones rápidas para comer. Por eso, el ramen instantáneo no solo se volvió popular, sino que explotó.

En 1968, ya se consumían más de 3 mil millones de porciones al año, y muchas empresas empezaron a copiar el modelo.

Pero Ando no se conformó con eso.

En 1971, cuando ya tenía 61 años, lanzó una segunda gran idea: el ramen en vaso. Así nació Cup Noodles, una versión aún más cómoda que no requería ni plato.

Solo se necesitaba agua caliente, y listo. Fue un éxito total. La demanda era tan alta que Nissin llegó a producir 650,000 vasos al día, pero aun así no alcanzaba para todos.

El impacto fue tan fuerte que, para finales de los años 80, las ventas del ramen en vaso superaban a las del ramen en paquete. Y así fue como esta comida, que había nacido para resolver una necesidad en Japón, empezó a conquistar el mundo.

En 1972, Nissin llegó a Estados Unidos. Seis años después, el Washington Post decía que los fideos estaban reemplazando a los televisores como el producto japonés más popular.

Y en 1989, el New York Times escribía que ya no se podía ignorar el gusto creciente de los estadounidenses por el ramen asiático.

Hoy, el ramen instantáneo se come en todas partes. China es el mayor consumidor en volumen, con más de 42 mil millones de porciones al año, pero Corea del Sur tiene el récord por persona, con 75 porciones anuales.

En Estados Unidos, el consumo supera los 5,100 mil millones de porciones al año, y en todo el mundo se comen más de 120 mil millones.

Para 2019, la empresa Nissin ya generaba más de $4,300 mil millones de dólares al año, y hoy está dirigida por su hijo Koki. Pero a pesar de todo ese éxito, Ando nunca olvidó su propósito original.

En 1997, ayudó a fundar la Asociación Mundial de Fideos Instantáneos, que hasta hoy se dedica a mejorar esta industria y a donar comida en momentos de emergencias. Desde entonces, ya se han repartido cientos de miles de porciones a personas que lo necesitan.

Una vez, Ando dijo que la paz llegaría a través del estómago. Y vivió con esa idea hasta el final.

Aunque muchos lo recuerdan como el gran inventor del ramen instantáneo, la verdad es que nada de esto habría sido posible sin aquel momento en la cocina, donde todo empezó.

Fue gracias a su esposa, a quien vio freír tempura, que se le ocurrió la idea que cambiaría la historia de la comida en todo el mundo.

Hoy, aunque ambos ya no están, se sabe que estuvieron juntos toda la vida.
Y el ramen, también.

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