Crumbl

In partnership with

Crumbl nació en 2017 en Logan, Utah, con una idea que parecía sencilla; galletas enormes, dulces e irresistibles en cámara. Ocho años después, esa idea sostiene a una cadena con más de 1,000 tiendas en Estados Unidos y Canadá, y 158 millones de dólares en regalías de franquicia.

Su crecimiento no vino de campañas tradicionales, sino de entender antes que nadie cómo se comporta la viralidad. TikTok fue su motor. Hoy tiene 10.4 millones de seguidores y aparece en más de 107 millones de videos. Sus cajas rosas, los close-ups de galletas derretidas y los lanzamientos semanales se volvieron un lenguaje visual reconocible en todo internet.

Crumble convirtió el hábito del snack en un modelo de negocio basado en variedad, expectativa y escasez. Cada domingo, el único día que cierran, anuncian los sabores de la semana. Cada lunes, miles de personas regresan para no perderse el nuevo drop.

Pero Crumble no creció solo por sus productos. Creció porque convirtió a sus clientes en creadores. Mukbang, ASMR, reseñas, rankings semanales. La empresa dejó ir el control de la narrativa y permitió que la comunidad construyera su propio universo. El resultado fue un ecosistema autosuficiente donde influencers, fans y la marca se alimentan unos a otros.

A esto se sumaron colaboraciones que llevaron a Crumble fuera del mundo foodie. Kardashian, Dove, Olivia Rodrigo. Asociarse con marcas y figuras culturales amplificó su alcance y reforzó su lugar en la conversación.

El modelo, sin embargo, tiene fricciones. Con la fama llegó el escrutinio. Crumble recibió críticas por el contenido calórico de sus productos y enfrentó una investigación del Departamento de Trabajo por violaciones relacionadas con trabajo infantil en franquicias. McGawan reconoció el problema y señaló que algunos dueños intentaron involucrar a sus hijos, algo prohibido por la ley.

Además, la expansión física tiene límites. La marca ya no puede depender solo de abrir más tiendas. El reto ahora es mantener relevancia en una categoría que se mueve rápido y donde las tendencias duran poco. La misma lógica que los hizo virales puede, eventualmente, mover la atención hacia otra marca.

Por ahora, Crumble sigue en la cima. Lo que empezó como una galleta oversized se convirtió en un producto-cultural y un negocio de tecnología disfrazado de panadería. Su siguiente fase dependerá de dos cosas: mantener viva la conversación y dominar el lado tecnológico que siempre los impulsó.

Más que vender galletas, Crumble vende expectativa. Y eso, en la economía de la atención, vale más que el azúcar.

En un artículo reciente explicamos la historia y modelo de negocio de Constellation Software; descúbrelo aquí.

Presentado por:

Want to get the most out of ChatGPT?

ChatGPT is a superpower if you know how to use it correctly.

Discover how HubSpot's guide to AI can elevate both your productivity and creativity to get more things done.

Learn to automate tasks, enhance decision-making, and foster innovation with the power of AI.

Download the free guide