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Salas de cine
Formas sutiles en las que los cines te hacen gastar más dinero.


Ir al cine sigue siendo un plan emocionante… hasta que te das cuenta de que la película es solo una parte del verdadero espectáculo.
Ir al cine suena como un plan simple… hasta que ves la cuenta. Una entrada cuesta unos $5 dólares (promedio América Latina). Si agregas las palomitas más grandes por $5.60, un refresco por $3.75 y un hot dog por $4.70, ya roza los $20.
La experiencia se vuelve bastante más cara de lo que uno pensaba.
Ahora imagina cuánto gasta una familia de cuatro. Solo con las entradas y un par de combos, fácilmente se van más de $50 dólares en una sola visita al cine.
Aunque el boleto es lo primero que pagas, no es ahí donde los cines hacen su mayor ganancia. De hecho, una parte importante de ese ingreso va directo a los distribuidores de las películas. Por eso, el verdadero negocio está en lo que compras en la dulcería.
Desde que entras, todo está pensado para que termines comprando algo. Las vitrinas brillan, las pantallas muestran imágenes irresistibles de palomitas cayendo y refrescos fríos, y el olor a mantequilla lo invade todo. Es difícil pasar de largo sin caer en la tentación.

Y aunque solo quieras algo pequeño, eso es casi imposible. Las porciones regulares son caras, pero el tamaño grande cuesta apenas unos centavos más.
Los combos, los refill gratis o las “mejoras de tamaño” están diseñadas para que sientas que vale la pena gastar un poco más… aunque no lo necesites.
Como no se permite entrar con comida o bebida del exterior, si te da hambre o sed durante la película, tienes que comprar ahí. Y esa venta es oro para el cine. Unas palomitas que te cuestan $5.60 USD pueden haberles costado menos de $1 producirlas. El margen de ganancia es enorme.
Además, muchos cines han afinado sus estrategias con programas de lealtad.
Cuantas más veces vas, más beneficios desbloqueas: puntos para canjear por comida, filas preferenciales, descuentos y boletos especiales. Mientras más subes de nivel, más difícil es no regresar.
Y ahí está el detalle. Aunque el programa promete ahorro, muchas veces terminas gastando más. Compras algo adicional para sumar puntos, invitas a alguien, o aprovechas una promoción que igual implica un gasto. Y eso, claro, beneficia al cine.
Incluso los horarios juegan su papel. Las funciones suelen iniciar 15 minutos después de lo anunciado. Ese tiempo se llena con anuncios —muchos de comida— y te deja pensando si deberías comprar algo más mientras esperas.
Por eso no sorprende que muchos prefieran quedarse en casa, hacer palomitas en el microondas y ver algo en streaming. Pero también es cierto que el cine todavía tiene su encanto.

Lo importante es saber a qué vas: si vas por la película, disfrútala… pero si terminas comprando más de lo que planeabas, quizá el espectáculo empezó mucho antes de que se apagara la luz.

Si sentiste que últimamente todo está más caro —no solo el cine—, este otro artículo te puede ayudar a entender por qué: léelo completo aquí.