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Museo del fracaso

Empresas colapsadas y fracasos de productos: lecciones empresariales de Museo del Fracaso

No todo lo que brilla es éxito.
Hoy te mostramos el museo donde los fracasos son las verdaderas estrellas… y la sorprendente lección detrás de cada uno.

En un rincón de Silicon Valley existe un museo que no exhibe arte, ni tecnología de punta, ni supercoches. Exhibe fracasos.

Se llama Museo del Fracaso y su fundador, Sean Jacobsohn, lleva años coleccionando los trofeos que dejaron las empresas en el camino.

Tiene de todo: desde la marioneta de calcetín de Pets.com —un ícono de la burbuja .com— hasta una colonia de Harley-Davidson que olía a tabaco. “No era una broma”, dice Sean. “Iban en serio”.

Su colección supera las mil piezas: juguetes, gadgets, cosméticos y productos que prometieron cambiar el mundo y apenas sobrevivieron al estante.

Sean los clasifica en seis condiciones que, según él, condenan a cualquier empresa al fracaso:

  • Producto-mercado

  • Equipo

  • Cliente ideal

  • Gestión financiera

  • Tiempo

  • Competencia

El producto-mercado lo explica con Webvan: la primera startup de entrega de supermercado a tu hogar, antes que Walmart o UberEats. Recaudaron $880 millones de dólares para expandirse a diez ciudades antes de probar en una sola. Tenían sus propios conductores, centros de distribución y hasta su propia botella de champaña para celebrar su salida a bolsa. Pero nunca encontraron suficientes clientes.

En equipo, su pieza favorita es Theranos: la empresa que prometía hacer análisis de sangre con una gota. Ni su fundadora ni su equipo tenían experiencia real. Levantaron 10 mil millones de dólares y engañaron a todos. Hasta que todo se vino abajo, en donde fueron demandados por fraude.

El Cliente ideal, las Google Glass: “Ellos querían empezar con doctores”, comenta Sean. “Pero nadie se sentía cómodo hablando con alguien que tiene una cámara en la cara que pudiera grabarlos. Les faltó el factor cool y nadie las quiso comprar”.

En gestión financiera, muestra el teléfono de ESPN Mobile: “Lo lanzaron un año antes del iPhone”. Pero “Lo único que hacía era mostrar resultados deportivos, no mostraba los juegos en vivo ni nada especial y quemaron $150 millones de dólares en el proceso. Y vendieron menos del 6% de lo que habían planeado”.

En tiempo, la plataforma de renta de oficinas de WeWork: ofrecían espacios a pequeñas empresas para montar oficinas temporales, con la flexibilidad de alquilar incluso por una semana. Antes de la pandemia, WeWork firmó contratos de arrendamiento a largo plazo —de 10 y 15 años— que los comprometieron financieramente. Con la llegada del COVID-19, el mercado cambió drásticamente. La demanda de oficinas se desplomó. Esto provocó que WeWork acumulara pérdidas por 16 mil millones de dólares.

Y en competencia, Blockbuster sirve de ejemplo: Con 9,000 tiendas, se creía invencible y desestimó a Netflix. Incluso pudo comprarla por solo $50 millones de dólares. Años después, Netflix dominó el mercado y Blockbuster se fue prácticamente a la quiebra, todo por no saber leer a la competencia.

Mientras recorre su museo, Sean no habla con amargura, sino con admiración. “Me sorprende”, dice, “la falta de investigación de algunas empresas antes de quemar millones en algo que nunca iba a funcionar”.

Para él, cada fracaso tiene algo de heroísmo. Porque arriesgarse —aunque salga mal— es la única manera de inventar algo que no existía.

En un artículo reciente, contamos cómo el verdadero negocio de las grandes cadenas hoteleras ya no está en los edificios, sino en los logos: descúbrelo aquí.